¿Ordenó usted un código rojo?

Xabier Quintana. Código Rojo

¿Ordenó usted un código rojo?


Hay cosas que no te enseñan en la escuela y cada uno tiene sus trucos y sus maneras y sus resultados. Yo voy a contar la mía, porque en ocasiones no viene de más compartir asuntos para que alguien saque conclusiones, y aprenda por el acierto o por el error de lo dicho. Y es que es así como me da a mí por hacer mi trabajo y hoy también me da por ahí y lo cuento.


Cuando trabajo en algo serio, en algo que puede tener una cierta relevancia informativa y que son una de cada mil veces y no dedico mi tiempo a retratar atascos, alcantarillas oxidadas o burros al galope, suelo abordar la cuestión con un mismo planteamiento.
Rictus serio, muy serio, concentrado y boca callada. No hay que hablar, hay que mirar y de eso va la cosa. Si puede haber follón, entonces aún más serio y callado, que jamás sepan de que palo vas, y te haces el sordo siempre, porque la gente insiste en hablar y contarte su pena y su deseo, y eso no vale para hacer fotos. Si te insisten mucho contestas con la mirada, y en alarde generoso con un gesto de cabeza. Afirmas y punto. De esa manera logras dos cosas: una que no te distraigan, y dos, y lo más importante es que te mimetizas, dejas de ser un elemento extraño en la acción. Al no haber intercambio de nada, la gente interpreta que es normal que estés ahí, así que no tienes por qué explicar nada a nadie, y comienzas a formar parte del todo, como una farola, un manifestante, un familiar histérico o un coche mal aparcado. Y eso da mucha ventaja.


Todo lo contrario a lo que se debe de hacer en el reportaje. El reportaje es empatía y engaño, en la investigación hay que ser lo que quieren que seas, deben confiar en ti de cualquier manera, como sea. Si hablan en euskera hablas en euskera, si odian los pájaros tu los odias más, y si su mujer cocina caldo, pues es el mejor caldo que has probado en tu vida.
En ciertos acontecimientos hay que seguir la que yo denomino “la ley de la carrera inversa”. Si todos huyen de algo, tú debes correr hacia la dirección contraria, porque todo aquello de lo que se huye es interesante para hacer fotos. En resumidas cuentas: todo lo que da miedo mola en una foto, vamos, que es lo que toca, y si no, pues a vender gominolas.


La otra ley de carrera la denomino “la ley de la carrera tangencial”. Consiste en que cuando una multitud, o un pelotón de zulúes echan a correr hacia algo, tú no puedes correr detrás. Es absurdo. Si corres detrás de ellos te vas a quedar detrás de la escena, vas a ver muchos culos y mucho meneo, pero poca foto toca. Hay que correr paralelo al avance (por eso hay que hacer ejercicio de vez en cuando), todo el mundo sabe que el mejor sitio para retratar un choque de trenes es de lado. Pues va de eso, de estar en el mejor sitio.
Si hay acción, siempre estate atento a tus compañeros y échales una mano, aunque sean un gilipollas o te caigan mal, es más importante siempre eso que la foto, y trata siempre de mirar por el retrovisor, lo más interesante que ocurre siempre lo está viendo tu trasero. Y lo que es la clave de todo es que tus compañeros no te tengan que ayudar nunca, eso significa que la has cagado, y de no cagarla también va la fiesta.
Así que mide y salta, y recula si hay que recular, y calla si hay que callar y chilla si hay que chillar, pero hagas lo que hagas, siempre ve un paso por delante del resto.
Porque al final hay que arriesgar, para un incendio, para un retrato y para un retrete. Lo que diferencia lo bueno de lo malo en la vida y en la fotografía suele ir de la mano con el riesgo. Esto es lo que hay y punto.


Siguiendo estos consejos, por lo menos yo, encuentro más fácil y más efectivo hacer mi trabajo.
Me llevó muchos años llegar a esta gilipollez para poder contarla.
Claro que una cosa es la pizarra y otra el terreno de juego.
La fotografía es como la puta vida: por fin descubres lo que tienes que hacer y terminas haciendo todo lo contrario.
Pero al menos en las fotos puedes detener el tiempo.
Aunque lo detengas en una mierda de instante o en el instante que justifica todo lo que has hecho todo este tiempo.
Bien, dicho esto, ahora la maña la ponéis vosotros.

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